En la vida hay momentos de festejo, momentos importantes y momentos en los que los grandes centros comerciales te marcan en el calendario lo que tienes que hacer, cómo y por cuánto. Una de esas fechas es San Valentín, onomástica que muchos nos negamos a celebrar por muchas razones, pero que las grandes mentes del marketing y la metonimia han conseguido transformar en “Algointeresantequehacercontuparejahoyynootrodía…porquesí,tampocolopiensestanto.Va,sisoloesundía,nomevengasahoraconremilgosytonterías” (marca registrada). En fin, San Valentín o no, sabéis que para nosotras cualquier excusa es buena para darnos una cenita rica o buscarnos un plan. Encima de la mesa, dos opciones: ir a una macrocadena de comida rápida, donde tomar cócteles a mitad de precio y ser casados por Elvis (de verdad que Fridays ofrecía ese planazo), o… irnos lo más lejos posible. Y nos fuimos a Udaipur… línea 10, Gregorio Marañón.
Udaipur es uno de los cinco restaurantes de comida indú que el grupo Khazuria tiene en Madrid y que se caracteriza por disponer de la decoración más encantadora y evocadora de todos ellos. Empezando por los coloridos neones de las ventanas y puerta, lo que más nos va a llamar la atención de este restaurante es el “jardín invertido” que encontramos en el techo de sus comedores, lleno de plantas y flores de colores que evocan las tonalidades de la India y una terraza que (pese a estar en mitad de la Castellana) es bastante agradable. Su carta de cócteles y la unión de especias en sus platos hicieron el resto, así que allí nos dirigimos para celebrar este “importante día”.
Tras un pequeño problema con la reserva (…) aparecimos allí unos minutos antes de la cena y fuimos recibidos de una forma muy cordial (cosa que debería ser normal, pero que a veces todavía por desgracia es sorprendente). Nos acomodaron en una pequeña mesa frente a la puerta, pero pronto (no sabemos si porque se notó un poquito de decepción en nuestras caras al no estar bajo los floripondios colgantes) nos ofrecieron un lugar bastante más amplio y agradable en mitad del salón, lo cual nos volvió a sorprender para bien. La verdad es que el lugar merece la pena. Los colores, la luz, la decoración, el jardín invertido… el ambiente está muy bien conseguido y se hace bastante agradable e íntimo.
Pedimos unos cócteles y nos pusimos a escudriñar el menú, aunque desde De Cines y Cenas os recomendamos hacer las cosas al revés por motivos obvios (“bebe con moderación”. Es un mensaje de De Cines y Cenas). Como no estábamos muy seguras de qué pedir y queríamos salir un poco del (riquísimo) binomio “Tikka Massala y samosa” nos decantamos por uno de los mejores inventos de la gastronomía universal… “El menú degustación”. Un poderoso combo de tres principales, tres segundos platos y un postre, marinado en arroz basmati y/o pan hindú de queso al horno. Algo ideal para dos personas ya que (spoiler alert) salimos bastante llenos y tiene un precio razonable: 45 euros por persona.
Los primeros platos se presentaron en nuestra mesa a modo de entrantes y consistieron en unos crujientes rollitos de espinacas con queso fundido con especias, unos trozos de pollo macerado con una mezcla de especias preparado al horno tandoori y unas pequeñas hamburguesas de cordero ligeramente condimentadas. Por sabor, todas estuvieron bastante buenas, pero parecían resultar un poco escasas. Una vez dabas el primer mordisco, solo tenías un segundo bocado para concretar sabores y texturas, pero también es cierto que terminaron siendo la medida justa para que entrasen los segundos platos. Y es que la cocina india llena (y mucho) y los trocitos de pollo en crema con salsa de especias y mantequilla (Butter Chicken), el cordero cocinado con especias y salsa suave (pedimos poco picante y la verdad es que nos faltó un toquecito más) y las berenjenas cocinadas con especias… nos dejaron bastante satisfechas. Esta segunda tanda de platos vinieron presentados en las típicas vasijas indús y el arroz de acompañamiento estaba perfecto. Por poner una pega, el pan de queso… no nos terminó de encantar. Creemos que fue el exceso del componente lácteo el que hizo de este acompañamiento algo excesivo, claro que para gustos… los panes.
Nos faltó eso sí, el broche final, porque sinceramente los postres no nos parecieron a la altura del resto. El menú degustación incluye un postre por cabeza y nos decantamos por el mango Lassi, la bebida tradicional de la india, que estaba buena, y de segunda opción, un kulfi, helado indio de frutos secos, que solo con deciros que no lo terminamos lo decimos todo… pero nada es perfecto, con elegir otro la próxima vez, estaría.
Conclusión: a nosotras nos gustó bastante. Lo recomendamos como un restaurante para celebración o día especial donde os apetezca un sitio bonito, exótico y agradable. Un clásico de comida india en Madrid, donde degustar esta gastronomía llena de matices especiados, aunque sin demasiado picante, para adaptarla a nuestros paladares. Una celebración de luz, color y sabor.
Por cierto, aprovechamos para chivaros que esta zona está llena de restaurantes interesantes. Muy cerca, en la calle Espronceda se encuentran dos de ellos: Mo de movimiento, un local que pone en valor los productos de proximidad; y Pilar Akaneya, una barbacoa tradicional japonesa con productos premium. ¡Qué disfrutéis!
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