Hemos de agradecer la existencia de espectáculos como el de Candlelight, los conciertos a la luz de las velas que desde hace un par de años se realizan en Madrid y que acercan al público un popurrí de composiciones (normalmente clásicas), interpretadas por un grupo de músicos jóvenes y por un precio asequible. La premisa es sencilla e incluso atractiva: ¿si a todos nos gustan los baptisterios romanos, cómo no nos va a gustar un concierto de los grandes éxitos de Beethoven entre una tenue y agradable penumbra? Debería, pero en el caso del concierto tributo a Ludovico Enaudi nos encontramos con un pequeño problema.