Una de las cosas que más nos gusta de escaparnos a La Manga un fin de semana largo es que siempre disfrutamos de los riquísimos arroces que hacen por la zona. Intentamos aprovechar nuestra visita para probar sitios y especialidades diferentes porque, sean secos, melosos o caldosos, todos nos encantan.
Hace poco descubrimos La Mestiza, un restaurante a la orilla del mar donde disfrutamos de un excelente arroz del señoret, pero también vamos de manera habitual al puerto de Cabo de Palos o a algún mesón tradicional, donde disfrutar de la gastronomía local más fresca y a algún restaurante Michelín que nos ofrece un toque más elaborado.
Pero hoy os traemos un lugar en Madrid, en el que solo falta el mar para que te sientas cómo si estuvieras comiendo en el Mediterráneo. De hecho, Mar Mía se autodefine como Chiringuito Urbano (Chic Urban Beach-Bar). Un concepto que quiere mantener la frescura y costumbres del universo gastronómico mediterráneo, y que se puede descubrir en los diferentes ambientes creados dentro de un hotel urbano. La especialidad del restaurante se basa en dos ramas, por un lado las brasas mediterráneas de la mano del Chef Rafa Zafra y donde encontraremos una amplia selección de carnes y pescados, y por otro, los arroces del chef Luís Rodríguez. Todo se completa con una selección de tapas de salazones, pescados, mariscos y ensaladas para chuparte los dedos.



El restaurante ofrece cuatro ambientes según la experiencia que nos apetezca vivir: un showcooking frente a las brasas donde veremos preparar los platos al personal de cocina en directo; un lounge, decorado muy bonito con sofás, plantas y con una zona de coctelería; un patio exterior, con mucho verde y sombreado, donde nosotras disfrutamos de una agradable y tranquila comida; y por último un roof top que cuenta con una piscina y en el que se puede disfrutar de una maravillosas vistas al Palacio Real y las azoteas de Madrid.
Nosotras nos decidimos por un arroz a banda (junto con el del señoret este es perfecto para la vaguetis que no quieren pelar nada) y como entrante una ensaladilla clásica con gambas de cristal. Antes de empezar traen un aperitivo compuesto por un riquísimo alioli, tres tipos de aceitunas aliñadas, tres tipos de pan y dos clases de aceite. Parece mentira como unos ingredientes tan sencillos pueden albergar tanta combinación y despliegue de sabores. Desde luego es el comienzo perfecto para situarnos mediterráneamente.


La ensaladilla estaba muy buena y las gambas de cristal le daban un toque diferente. No sabíamos nada sobre esta variedad típica de Huelva, pero como nos gusta aprender, hemos estado mirando un poco sobre ella y os podemos contar que es una especie que se captura desde hace poco años, justo cuando los mariscadores descubrieron que no se trataba de una cría de gamba blanca, sino que se trataba de una especie concreta y que se mantiene en ese tamaño pequeño y color nacarado durante toda su vida. La gamba cristal no pasa de los ocho centímetros de tamaño y su sabor en crudo es bastante dulce, aunque lo habitual es tomarla frita que es como nos la sirvieron a nosotras.
Y como plato principal el arroz a banda, servido en paella y finito, con el punto justo y un poquito de socarrat. Nos lo comimos de la manera tradicional, directamente de la paella y rascando con espátula el pegadillo para no perder ni un poquito de sabor. Una gozada.

En vez de postre decidimos tomarnos dos cócteles de frutas (mango y frutos rojos) que nos dieran un poco de fresquito y vitaminas. No estaban mal, pero tampoco nos parecieron la bomba, seguramente es lo único que no repetiríamos.

El precio total fue de 105 € para dos personas. El arroz fueron 27 € por cabeza, la ensaladilla 17 €, sumados los cócteles, un par de cafés y 3.50 cada uno por el entrante da el total. A nosotras nos mereció la pena porque además de deliciosa, la comida fue muy agradable por la tranquilidad del espacio y la atención del personal. Por un momento nos sentimos de vacaciones en la playita mediterránea.