Tener una excusa para comer buenos cocidos era uno de nuestros objetivos claros cuando empezamos este blog, pero entre unas cosas y otras, no hemos encontrado tanta oportunidad como esperábamos.
Se ve que el invierno pasado nos despistamos y salvo el excelente cocido del Hotel Mayorazgo (podéis leer la reseña aquí), no probamos más potaje que el que nuestras madres nos preparan los domingos. Decididos a no volver a repetir estos errores y aprovechando una visita de unos queridos amigos de Colombia a los que agasajar con nuestros platos tradicionales y nuestros locales centenarios, decidimos volver a centrar nuestras prioridades e inaugurar la temporada de cocido con un clásico que ya clamaba al cielo que todavía no hubiéramos visitado: La Bola.
“Cocinado a fuego lento, en pucheros individuales, sobre las brasas del mejor carbón de encina”
Para los que no lo conozcáis os contaremos que La Bola es un restaurante situado en el Madrid histórico y que lleva casi 150 años ofreciendo cocina castellana de calidad. Su plato estrella es el cocido que, según sus propias palabras, se elabora “con las mejores materias primas y cocinado del mismo modo desde 1870, como antaño, a fuego lento, en pucheros individuales sobre las brasas del mejor carbón de encina respetando la tradición de ingredientes y sabores desde hace cuatro generaciones”
Bien rico y bien servido. Una vez ordenado el cocido, traen un puchero de barro individual por comensal y pasan a verter el caldo del mismo en un plato con fideos. La sopa está sabrosa y contundente, bien rica. Y tras acabar, los camareros siempre atentos y profesionales vuelven a aparecer puntuales para el segundo vuelco: los garbanzos con su carne y sus patatas. Como detalle comentar que el repollo (muchas veces motivo de discusiones en este plato) es opcional y lo sirven aparte si el comensal lo desea. Además el cocido viene complementado con una rica guarnición de salsita de tomate, cebollas y piparras. Y por supuesto, lo regamos con un rico vino tinto de Madrid, que era sencillo pero no estaba mal. Una vez dada cuenta de todo lo que había en la mesa, decidimos cerrar la comida con un postre de buñuelos de manzana y helado de vainilla. Perfecto. Sales a la calle con la barriga llena, un calorcito en el cuerpo y una sonrisilla de felicidad por el precio de 22 euros la ración de cocido por cabeza (a lo que hay que sumar bebida y postre).
Conclusión: La Bola es generosa y segura de no tener igual, comparte en su web su receta original de su cocido, dando consejos sobre posibles variaciones si se quiere más ligero o más graso. También enseña a cocinarlo y a aprovechar lo que sobra (si es que sobra algo) en un taller de cocina madrileña. Agradecemos a la taberna esta información y aprovechamos sus saberes, pero para nosotras, desde luego, nada mejor que acercarnos un día (si es frío y lluvioso mejor) al restaurante y meternos entre pecho y espalda un puchero reconstituyente. Repetiremos.
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