La polémica de la semana: se acabó la improvisación

Viene San Valentin (o cualquier fiesta consumista de rigor), quieres sorprender a tu pareja/amig+/cita Tinder, buscas en De Cines y Cenas un restaurante para una agradable velada. Intentas reservar y… están completos. Lo mismo pasa cualquier día a cualquier hora, sea online o presencial, de un tiempo a esta parte parece que es bastante difícil encontrar mesa en Madrid de forma improvisada e impulsiva. 

¿Pero cómo hemos llegado hasta aquí? Los que ya vamos peinando canas, recordamos aquella época en la que ir a cenar consistía en ir a un lugar, entrar y (si acaso) esperar a que se liberase una mesa, pero actualmente llega a haber locales que no solo te inscriben directamente en una supuesta lista de espera, sino que fomentan la creación de colas en las mismas puertas del local. Y hablamos tanto de restaurantes de alta gama, como de lugares de tacos a un euro. Lo que en cualquier momento hubiese generado un total rechazo al lugar de marras, últimamente parece haberse convertido en un aliciente para generar más interés y “exclusividad”, acumulando cada vez más y más gente a sus puertas y llegando a generar los (en nuestra opinión) absurdos turnos de comida. 

Hace unos días acudimos a un restaurante en el que antes de sentarnos nos dijeron que teníamos una hora para comer, porque “tenían muchas reservas” y tenían que hacer sitio rápido. La calidad de los platos era bastante simplona e incluso mala, pero el local estaba muy bien adornado y era perfecto para hacer fotos para redes sociales. ¿Es posible que hayamos convertido el acto de disfrutar de una cena, en un acto de postureo? 

Según los datos de la patronal, tras la pandemia, se han cerrado en nuestra ciudad un cuarto de los locales de hostelería. Esto puede haber provocado que los “supervivientes” hayan tenido que “asumir” la clientela de los desaparecidos, pero echando un simple vistazo a las noticias relacionadas con TheFork, la aplicación de reservas que más crece en el mercado, vemos que la demanda sigue aumentando y ya está bastante por encima de lo que existía pre-pandemia. A su vez, si hacemos caso a las fotos y testimonios que aparecen en las noticias, los hosteleros que han tenido que cesar la actividad de su negocio responden, en su mayoría, al perfil de bar/restaurante de barrio/pueblo, mientras que (dos informaciones más abajo) nos encontramos con que Madrid está en el Top 3 europeo del turismo de lujo

Cada vez se abren más hoteles cinco estrellas, este año la capital tiene 23 locales con estrella Michelin, 96 restaurantes con (al menos) un Sol Repsol y según una encuesta realizada por Hostelería de España el precio de los menús diarios subió entre un 5% y un 15% (por el precio de los alimentos, el precio de la energía, la guerra de Ucrania…). Esta misma confederación empresarial asegura que: “La campaña de San Valentín aportará a los restaurantes madrileños 4.800.000 euros”.

Entonces… ¿Está la restauración española bien o mal? Pues depende de a quién leas, cuándo y cómo lo hagas. Los mismos titulares son bastante enigmáticos: “El gasto de los turistas españoles supera los niveles prepandemia, aunque se desacelera desde agosto”. Gasto prepandemia superior es bien, pero desaceleración mal ¿no?… Que después del verano se desacelere el gasto de los turistas… es normal, ¿verdad?… Aunque seguimos por encima de 2019… ¿bien?.

Todo eso nos parece genial, pero aquí hemos venido a hablar de por qué no encontramos mesa y sinceramente… no lo sabemos. Lo cierto es que con los datos sobre la mesa, Madrid se está convirtiendo en un parque de atracciones. Uno caro, en el que el “pase rápido” consiste en “hamburguesas smash” y pizzas 24h y donde se van perdiendo las esencias y las identidades que convierten a una ciudad en un lugar para vivir y no donde estar de paso. En el que hay que pedir cita para entrar y donde se te pregunta por “¿cómo vas?” por obligación, pero a la hora de la verdad, nadie quiere traerte un vaso de agua del grifo. Como dijo aquel: Ojalá pudiera mandar en el alma o en la LIBERTAD, que es lo que a él le hace falta…

Seguiremos intentando hacer reservas y esperando a que lo coja RITA.

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