Por si alguien no se había enterado todavía, este año se cumple el 50 aniversario del fallecimiento de Picasso. Y por este motivo han proliferado, tanto en España como fuera de ella, las muestras y exposiciones, conciertos y eventos, libros y ediciones sobre su vida y obra, hasta casi el agotamiento.
No dudamos del interés de la figura y de su aportación al mundo del arte tanto plástica como conceptualmente, pero también es cierto que tanta proliferación de “picasseos” puede que no se deba exclusivamente a visiones intelectuales y abordajes sesudos. A día de hoy la obra del malagueño y todos sus derivados mueven ingentes cantidades de dinero ya sea en subastas y compra venta de piezas, entradas a exposiciones, merchandising o derechos de autor. Además esta figura ha sido revisada ampliamente en nuestro tiempo, tanto por el cuestionamiento de la idea de genio individual como por las actitudes que personalmente mantuvo en su vida, sobre todo en lo relativo a su relación con las mujeres. Somos conscientes de que toda realidad tiene que ser vista en su contexto (qué fácil es juzgar sobre posiciones pasadas), pero, a pesar de ello, no podemos evitar que a la vista de nuestros ojos contemporáneos destaquen tanto las luces como las sombras de esta figura, símbolo y estereotipo del artista por excelencia.
Dentro de este maremagnum de muestras hay una institución que se ha sumado a la programación de aniversario con una exposición que nos ha sorprendido por varios motivos. Hablamos de La Casa Encendida presentando “Picasso: Sin Título”, un proyecto organizado en colaboración con la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso. La primera de las sorpresas es que este tipo de contenidos no son muy propios de La Casa que tiene una trayectoria más vinculada a artistas contemporáneos, jóvenes y/o emergentes. Además, el contenido de la muestra ( las salas acogen 50 obras originales de Picasso) hace que cambien algunas de las formas habituales de exhibición de la institución, teniendo que habilitar taquillas para dejar los bolsos, un arco de seguridad para acceder a la muestra y cobrando entrada (5 €).
Pero, superando la extrañeza inicial por las formas de hacer, la muestra parte de un planteamiento que nos parece altamente interesante y que sí consigue conectar con la más contemporánea y actual manera de acercarse al arte a la que estamos acostumbradas las visitantes de La Casa Encendida. La propuesta es clara: 50 obras de Picasso y 50 artistas contemporáneos. Cada uno de ellos debe rebautizar la obra del malagueño que le ha sido asignada.
Como dice en el texto de la exposición “Renombrar es un acto de amor. Renombrar es también un acto político” y es que este volver a poner nombre a cada cuadro o cerámica, sirve de disparadero para reflexiones, diálogos y nuevos marcos de lectura de la aparentemente ya trillada obra de Picasso.
“Renombrar es un acto de amor. Renombrar es también un acto político”
La exposición se constituye de esta manera como un corpus visual y literario que propone una mirada poliédrica y contemporánea del autor. Una especie de ensayo espacial que nos permite recorrer texto e imagen por unas salas cuya organización refuerza la propuesta conceptual planteada: en una pared encontramos las obras de Picasso; simétricamente en espejo los nuevos títulos que los artistas han querido otorgarles a las piezas acompañados de los textos que los sitúan y aterrizan; en la pared que une las dos realidades, las cartelas más tradicionales, los títulos que fueron otorgados en su momento, curiosamente nunca por el propio Picasso, sino por sus amigos, familiares, o agentes y comisarios. De esta manera las imágenes pasadas se confrontan con su reflejo actual sostenido por las palabras e ideas que nos proporcionan los artistas invitados para poder recorrer el camino de estos 50 años que separan pintura y réplica.
En todas estas interpretaciones podemos encontrar autorreferencialidades, críticas feroces al artista, historias ocultas en las piezas, visiones personales, secretos y fantasías, diatribas políticas o teóricas sobre cuestiones que nos atañen hoy (identidad, clase, género, raza…), acercamientos desde la plástica… Desde luego, una perspectiva radicalmente contemporánea que tiende puentes para dialogar con un autor que a algunas ya se nos hacía un poco cargante.
Desde la humilde posición de De Cines y Cenas, “Picasso:Sin título” nos parece una de las opciones más interesantes para sumergirnos en el aniversario de, al fin y al cabo, uno de los más célebres pintores de la historia del arte occidental. Se puede visitar hasta el 7 de enero de 2024.