En nuestra intensa e incesante búsqueda por encontrar los lugares más interesantes y ricos en los que comer en Madrid (todo por vosotros lectores amados), el otro día nos liamos la manta a la cabeza, nos pusimos nuestras mejores galas y abriéndonos un poco el fajín nos dirigimos al mismísimo hotel Palace, a degustar su (ya clásico) “Opera & Brunch”, un contundente y completo buffet acompañado de soprano, tenor y piano bajo la espectacular acústica de su cúpula de cristal.
El “Opera & Brunch” del hotel Palace de Madrid, se lleva realizando un par de años (gracias pandemia por hacernos perder la concepción del tiempo), cada domingo del mes, de 13.30 a 15.30h, en la bella sala principal del hotel y es una interesante opción para pasar un domingo diferente… en el que tengas que celebrar algo importante o en los que no te importe gastarte cierto dinero en comer. Como era el caso (el primero, aunque esto llevase inexorablemente al segundo) fuimos a la hora acordada al lugar indicado y pronto fuimos sentados en una mesa preparada. Gracias a “Pretty Woman”, supimos comportarnos adecuadamente y utilizamos los cubiertos de fuera hacia dentro, mientras nos llenaban la copa de champagne con un cava rosado que siempre queda muy elegante aunque en realidad prefiramos un buen vino.
Tras los brindis de rigor, cogimos nuestros respectivos platos y nos acercamos a la zona del buffet y ahí empezó nuestro nerviosismo. Una gran selección de mariscos nos miraban con sus negros y redondeados ojos entre hielos y tomates cherri. Otra plétora de embutidos se acurrucaban entre regañás (de las buenas), crackers y panes de cristal, que a su vez pedían ser acompañados por un gran número de quesos. La sección de “miniaturas saladas” nos hacían dudar sobre la cantidad de futuros “primeros platos” que podríamos comer y que nos llamaban con sus cariñosos cantos de sirena, en forma de agradables aromas. Luego estaban los postres, las sopas y cremas y un señor que, vestido de cocinero, esperaba al final del recorrido, afilando sus cuchillos, mientras te ofrecía un jugoso costillar con salsa gravy… La vida está llena de decisiones, pero hay algunas que cuestan más que otras. Como nos debemos a este blog, probamos de todo.
Los platos fueron viniendo, así como las copas de vino de Bodegas Raventós-Codorníu. Lo que más nos gustó: las miniaturas saladas, que proponían diferentes sabores y texturas en la boca; el costillar, cuya carne estaba bastante tierna y jugosa; el cordero acompañado de una mezcla de setas (tan jugosas y con una salsita tan rica que estaban casi más ricas que la carne); y las langostas y centollos. Lo que menos: una sección de pollo rebozado, que no entonaba mucho con lo de alrededor; unos dim sum (que manía), que tampoco; y el gran fallo del buffet… La sopa de cocido… Además de todos los platos mencionados había una paella, una fideuá y un cocido completo. Eliminamos las dos primeras porque todo no puede ser, pero como grandes fans del cocido que somos, no podíamos quedarnos sin probarlo, aunque fuera un poquito. Asi que decidimos finalizar la comida con un plato de sopa, pero, oh, qué decepción… si bien es cierto que estaba buena… tenía fideo gordo y por ahí no pasamos. Por lo demás, todo bastante correcto.
Analizado el brunch, la segunda pata de esta review es la ópera. Creemos que fue al segundo plato, con todos nuestros compañeros comensales enfrascados en la ardua tarea “langostil”, cuando el pianista comenzó a tocar y dos melodiosas voces entonaron el repertorio de aquel día. Nos gusta la ópera y esperábamos con cierto nerviosismo e interés el “Nessun dorma” de Turandot, pero lo cierto es que la opción del buffet musical hace perder un poco el ritmo y el interés en el espectáculo, que no llega a apreciarse completamente. Tal vez debería replantearse la experiencia con un menú cerrado, con el que no tengas que preocuparte de qué comer ni tener que levantarte a rellenar los platos y así poder poner todos tus sentidos en la ópera. Sin embargo, hay que decir que la soprano, el tenor y el pianista, estuvieron muy bien y brindamos con ellos el “Brindisi” de La Traviata.
Cerramos el festín con unos cafés y un zumo de naranja y el “día especial” nos salió por 97 euros por persona (con cierto dolor, no lo vamos a negar). Pese a haber tenido una mesa fuera de la zona central del salón (desde donde se ve y escucha mejor la ópera), desde nuestro sitio pudimos disfrutar de la impresionante cúpula de cristal del Hotel Palace, así como de lugar suficiente como para estar cómodos y separados de las otras mesas (que parece que en algunos sitios están volviendo a apretujarnos con desconocidos). Nuestros camareros fueron muy atentos y agradables y estuvieron siempre al tanto de nuestras necesidades.
Conclusión: que bien viven los que viven bien… El “Ópera & Brunch” del Hotel Palace es una experiencia bastante interesante (y tampoco absurdamente cara, si echamos cuentas del género y el espectáculo) para uno de esos días del año en los que hay que celebrar algo importante. Para los amantes de lo clásico, la cúpula del salón es un lugar que merece la pena ver y donde sentarse a disfrutar de unas horas de buena comida y música. Pensamos que la experiencia completa ganaría cambiando buffet por menú (como aparentemente se ha hecho durante la época pandémica), pero también es cierto que no solemos ponernos ciegos a gambas y langostas en nuestro día a día (mes a mes, año a año…) por lo que cada uno elija a qué se quiere dar y que disfrute como quiera y pueda. En cualquier caso lo recomendamos como un capricho especial para un día especial.
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