Bebiendo en Bad Company

1920, menudo año… Entra en vigor el Tratado de Versalles por el que se da por finalizada la Primera Guerra Mundial, acaba la gripe española, finaliza la revolución mexicana y en Estados Unidos se aprueba la enmienda XVIII de la constitución por la que se prohíbe la fabricación, transporte, importación, exportación y la venta de alcohol en el país. Este último dato, que en un principio no debería importar demasiado viendo el resto de acontecimientos relatados (¿¿verdad??), fue la gota que colmó el vaso de una década (los locos años 20) llena de dinero, charlestón y gánsteres de la que aún seguimos hablando y que nos ha dejado iconos como Al Capone y un maravilloso episodio de Los Simpson. Fruto de esa idea peliculera y romántica hacia la época nace Bad Company 1920, una coctelería diferente que te sumerge en plena prohibición alcohólica, sin necesidad de sufrir el nerviosismo de las redadas de Eliot Ness.

Muy cerca de la plaza del Callao, en pleno centro de Madrid, se encuentra una puerta cerrada que parece no dar a ninguna parte. Al llamar al telefonillo una voz nos pedirá que esperemos a ser atendidos y unos segundos más tarde, tras una pequeña mirilla, una persona nos pedirá una clave (habrá que leer el artículo hasta el final para que os digamos cuál es). Al dársela, un joven vestido de época y “armado” nos dirá que le acompañemos, pero que no sabe qué queremos puesto que acabamos de entrar en una pajarería muy inocente y, sobre todo, digna.

Desde que ponemos el pie en Bad Company 1920, la inmersión es total. Los camareros nos explicarán el periodo histórico en el que acabamos de entrar y nunca perderán su papel de conductores de la experiencia (ni siquiera… cuando preguntemos por el baño que resulta ser una puerta escondida detrás de un cuadro) y esto hace del lugar un sitio único y divertido. El ambiente es oscuro y lleno de pequeñas mesas donde nos espera una carta muy cuidada, repleta de inventos y artilugios del momento, puesto que (no podía ser de otra forma) los cócteles no vienen en vasos normales. Desde una bombilla a una cámara de fotos antigua, pasando por una lata de aceite para coches, todas las bebidas serán “escondidas” en diferentes tipos de cachivaches para que “la policía” no las encuentre.

La oferta es variada y sorprendente y no puedes parar de mirar lo que ha pedido la gente de tu alrededor para intentar encontrar ese cóctel que siempre nos está esperando. Aunque claro… desde que acabó “Sexo en Nueva York” nuestro conocimiento de brebajes ha decaído bastante. No hay problema, el equipo de Bad Company 1920 lo tiene todo pensado y ofrecen un mapa donde empezar a descubrir los sabores de sus creaciones: amargos, dulces, fuertes, especiados, cítricos, dulces… la decisión es solo vuestra. Nosotras tomamos el “aceite de motor de Ford” y la “lata de encurtidos”, siendo este último uno de los que volveremos a repetir.

Para “maridar” las bebidas, esta coctelería también ofrece una plétora de platos americanos (un poco fuera de época) pero con muy buena pinta. 

En definitiva, Bad Company 1920 es uno de esos lugares que apetecen visitar. La experiencia, desde la puerta de entrada hasta la de salida, merece la pena y convierten los cócteles en algo más que una bebida. Un sitio muy recomendable para visitar con amigos y que asombrará en más de una primera cita Tinder (eso sí, preparad primero el terreno no vaya a ser que impresione un poco).

P.D. La clave cambia cada cierto tiempo y puede encontrarse en el Instagram de Bad Company 1920. 

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