Los barrios de las grandes ciudades son hervideros de vida. Y diciendo esto, no queremos trasladar una visión excesivamente romántica de los mismos, imaginándolos llenos de niños jugando en la calle y señoras departiendo a la fresca. Porque las realidades de los barrios son diversas.
En muchos de ellos reina la miseria, periferias olvidadas por las instituciones con pocos servicios y donde cada uno sobrevive como puede; en otros, las vidas paralelas de sus vecinos transcurren una al lado de la otra sin mucho conocimiento; barrios dormitorios y de nuevo trazado en los que la gente circula en coche y solo va a comprar en los centros comerciales o a través de Amazon, aislándose en sus casas como si de pequeñas colmenas se trataran; también existen vecindarios que todavía conservan algo de pequeño comercio y donde los mercados resisten, las vecinas se saben el nombre unas de las otras y pelean porque las calles no cedan a la especulación y el turismo masivo; o los que inventan nuevas formas de sociabilidad como huertos urbanos, grupos de consumo y centros sociales; espacios en los que los parques y las plazas mezclan chavales pasando el rato, pandilleros, yonkis, familias con niños o abuelos solitarios; en los que los señores se toman el carajillo en el bar de toda la vida o las familias venidas de otras tierras pueblan las calles y establecimientos de colores e idiomas nuevos.
En cualquier caso y sea como sea la población que los habita, es innegable que los barrios son el germen de expresiones culturales y artísticas, de historias de vida y modos de relación. A esta realidad social y cultural, es a la que ha querido prestar atención La Casa Encendida este verano con su ciclo “¡Alucina, vecina!” dentro de la ya tradicional programación La Terraza Magnética. Un programa que según reza su web quiere ser un “himno a las subculturas, a los sonidos y las voces de las periferias, y la música y el cine como propulsores de procesos colectivos y aglutinadores de comunidades”.
La propuesta, que ocupa los meses de julio y agosto, se reparte entre la música en vivo y el cine al aire libre. Los viernes podemos disfrutar de una selección de conciertos de la mano de artistas que reivindican sus raíces y luchan para crear comunidad a través de los ritmos y los bailes. Los sábados es el momento del cine de verano, que se suma a la oferta de los ciclos existentes en Madrid para ofrecernos una mirada plural y ecléctica a los barrios periféricos. La vida de los adolescentes en los suburbios, las diferentes visiones de las amas de casa prisioneras en sus hogares, la romantización de la delincuencia o las subculturas urbanas son algunos de los temas que tratan los ocho títulos propuestos.
“un himno a las subculturas, a los sonidos y las voces de las periferias, y la música y el cine como propulsores de procesos colectivos y aglutinadores de comunidades”.
La elección de De Cines y Cenas para disfrutar de este ciclo se decantó por la proyección del legendario documental “Style wars” que narra el surgimiento y la época dorada del graffiti en el Bronx de Nueva York a principios de los ochenta. Una valiosa película en la que Tony Silver y Henry Chalfant dan fe documental de la vida de cientos de chavales que sin nada a lo que aspirar logran dar con una expresión que les obsesiona y les permite dar rienda suelta a su creatividad. La adrenalina de la clandestinidad, la competición por ser el mejor, el desafío a la autoridad, el orgullo de contemplar sus creaciones circular por una ciudad para la que son invisibles… El graffiti, más que una expresión plástica es una forma de relación con los demás y con la realidad que les rodea. Un germen que se despliega en toda una serie de manifestaciones culturales que engarzan con el hip hop y el break dance, llenando las calles de nuevos sonidos y movimientos.
Como contrapunto a la energía arrolladora de la esta nueva subcultura que más tarde se expandirá por el mundo entero, se nos muestran los intentos un tanto ridículos de las autoridades que pelean por eliminar esta forma de vandalismo, en una escalada de formas de lucha que rozan la autoparodia y que les impide entender las motivaciones y problemas reales detrás de esta forma de expresión.
«Style Wars» ganó el premio del Jurado en Sundance en 1984 y desde entonces ha sido una inspiración para miles de jóvenes que se han sentido identificados y que, a su manera, quizás muy alejada de la realidad inicial, han querido replicar esta escena cultural underground. La cinta es un documento imprescindible para todo aquel que quiera acercarse el tema del graffiti y el arte urbano y entender, que más allá del muralismo buenista y marketiniano en que en muchas ocasiones este tipo de disciplina ha derivado hoy en día, sus orígenes estuvieron en una generación que luchaba por sobrevivir y hacerse oír entre el duro asfalto de los barrios olvidados del Nueva York de los años ochenta.
Por nuestra parte, os animamos a que disfrutéis de un agosto en el que Madrid se queda casi vacío y permite hacer planes sin pegarse y sin mucha previsión, disfrutando de terrazas y programaciones sin necesidad de reservar con semanas. En la terraza de La Casa Encendida quedan unas cuantas sesiones en las que poder disfrutar de una interesante programación en una espacio que os permitirá contemplar los mejores atardeceres de la ciudad, rodeados de especies vegetales y con una bebida de su bar en la mano. Así que si os habéis tenido que quedar en la ciudad, ya tenéis un plan molón para el finde. De nada 😉