X-Men y la vuelta a la niñez

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Había una vez un jovencito noventero que se disponía a merendar su “sangüich” de mermelada y mantequilla (los JASP lo decíamos así). Como todas las tardes después del cole, el joven encendió la tele esperando ver la decimonovena reposición de ‘Webster’ o el final de la odiosa ‘Bola de Dan’, pero fue sorprendido por algo nuevo y electrizante. Una tonadilla pegadiza, personajes vagamente conocidos haciendo cosas increíbles. Explosiones, luchas, rayos, fueguecitos y una guitarra eléctrica que se quedaría grabada en su cerebro por siempre. Ese día el “sangüich” se quedó veinte minutos mordido, pero esa serie se quedaría por siempre en el cerebro de toda una generación.

Los 90 vinieron cargados de nuevas ideas. La industria del videojuego estaba viviendo un nuevo esplendor, los personajes del cómic estaban renaciendo de la mano de nuevos y flamantes escritores y dibujantes y los niños y niñas de la época estábamos deseosas de que todo fuese entrando en casa de una manera ordenada y eficiente, para poder procesar la ingente cantidad de ideas, mundos y aventuras que iban apareciendo. 

‘La Patrulla X: La serie de animación’ fue un antes y un después en la historia de los dibujos animados. Ya no sólo porque fue el acercamiento de muchísima gente a unos personajes que conocíamos de oídas, pero de los que sabíamos poco o nada, también porque fue una ruptura con todo lo que habíamos visto antes. Hasta ese momento (y salvo pequeñas y puntuales excepciones) los dibujos que veíamos eran un popurrí de series prácticamente descoloridas, en las que se nos enseñaban los valores de la familia, el amor y la amistad, unidas con otras que nos enseñaban lo mismo, pero con una lección de historia o naturales incluida. No nos entendáis mal, todo eso estaba muy bien, pero de cuando en cuando una quiere ver a su héroe/heroína favorita metiendo mamporros sin ton ni son y que su mayor problema no sea que un escarabajo se ha enfadado con ella porque se ha bebido la última gota de rocío mañanero… 

‘La Patrulla X: La serie de animación’ fue un antes y un después en la historia de los dibujos animados.

Tras la maravillosa introducción (que si eres jóvena de los 90 llevarás tarareando desde que has empezado a leer este artículo) nos encontramos con algo impensable: el primer episodio ‘La noche de los Centinelas’ era ‘Parte 1’. Anteriormente, para que una serie de dibujos necesitase dos episodios para cerrar una trama, ya tenía que estar muy segura de su éxito y público (porque en los 80, los minutos de tu reloj ‘Flik&Flak’ pasaban rapidísimos y no estábamos para perder el tiempo). Y nos engancharon, vaya que si nos engancharon. Pero es que la cosa no quedó ahí. En el segundo episodio presentaron a Magneto, en el tercero nos hablaron ya, así, sin miedo, de los Morlocks y a partir de ahí, en cada episodio, nos fueron metiendo años de literatura comiquera de los grandes Chris Claremont, John Byrne, Scott Lobdell o Larry Hama por los ojos. Por primera vez en mucho tiempo, una serie infantil trataba a su público de forma normal, sin moralinas y mostrando que, en muchos casos, la diferencia entre el bien y el mal es más una “diferencia de pareceres” que una ancestral e inacabable lucha entre dos bandos incapaces de entenderse.

Utilizando una agrupación, prácticamente, clásica de los X-Men (Profesor X, Cíclope, Jean Grey, Bestia) y añadiendo a los personajes más reconocidos del momento (Lobezno y Gambito), ‘X-Men: animated series’ nos llevó a través de las grandes sagas comiqueras de la famosa Patrulla X, durante cinco temporadas y setenta y seis episodios. La ‘Saga Fénix’, ‘Días del Futuro pasado’ o la ‘Era de Apocalipsis’, fueron algunas de las gloriosas tramas comiqueras que se adaptaron para la serie y revirtieron directamente en la creación de nuevos fans de los personajes. Pero como todas las grandes historias de los 90, la serie terminó abruptamente cuando en 1996 Marvel se tuvo que declarar en bancarrota tras todas las ideas de bombero que su dueño (el presidente de los cosméticos Revlon, que a su vez fue acusado de desfalco). Pero como Thanos aprieta pero no ahoga, el final de ‘X-Men: The animated series’ trajo consigo un sorprendente y digno final tanto para los dibujos como para la compañía. Abrumados por el éxito y con el deseo de dar un digno final a las historias del equipo mutante, el productor Avi Arad sacó adelante los últimos once episodios (con una reducción en costo y, por ende, calidad de animación) y terminó haciéndose con el control de ‘La Casa de Ideas’. Apostando el todo por el todo Avi montó la productora cinematográfica Marvel Entertainment, que nos dió grandes películas como ‘Blade’, ‘X-Men y ‘Spiderman’ y que más tarde derivaría en el Universo Cinematográfico de Marvel que hoy todo el mundo conoce. 

En 2009 Marvel Entertainment se fusionó con Disney, montando uno de los más grandes éxitos audiovisuales y comerciales de la historia, que nos ha dado tanto películas, como series y una plétora de nuevo merchandising que ha ayudado a las dos compañías a volver a la cúspide. Y tal vez, como agradecimiento a aquella injusticia, o tal vez por no olvidar aquel camino de buen hacer que se perdió en los 90, hoy se ha estrenado ‘X-Men ‘97’ en Disney+ (recordad que se dice “Plus”, no “Plas”) una nueva serie que retoma, desde donde lo dejó, la historia de ‘X-Men: animated series’. Si bien en De Cines y Cenas odiamos a las grandes corporaciones que terminan en manos de un ricachón calvo que se atreve a vender champús y productos de belleza, también es cierto que nos puede la morriña y no podemos más que recomendaros aquella serie de los 90 que tantos buenos ratos nos ofreció y que nos introdujo en “esas otras historias” que siempre nos han ofrecido los cómics entre mamporros, explosiones y rayitos.  

¡Y viva Gambito!

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