El stress del día a día a veces nos trae locas, y cuando ya no podemos más con la ciudad, los ruidos, las obligaciones y la rutina, qué mejor plan que hacernos una escapadita de fin de semana para descomprimir. Y si es cerca para que no haya que tragarse mil horas de coche y todo sea fácil y agradable pues mejor que mejor. Con estas premisas os traemos una propuesta inmejorable: Sigüenza con bonus extra de Brihuega.
A una hora y cuarenta de Madrid encontramos una de las joyas medievales castellanas: Sigüenza. Debido a su posición privilegiada para controlar el paso del Alto Henares y los valles de los ríos Dulce y Salado, esta ciudad ha estado poblada por celtíberos, romanos, visigodos y árabes. Visitándola disfrutaremos de toda esta historia muy bien conservada y cuidada hasta nuestros días, además de poder gozar de una rica gastronomía local y para los más aficionados al senderismo de una gran variedad de rutas tanto a pie como en bicicleta. ¿Se le puede pedir más un finde?
Para alojaros contáis con gran variedad de casas rurales, hoteles y por supuesto el parador situado en el Castillo. Si queremos describir el Castillo de Sigüenza bastará con decir que es la imagen mental que todas formamos en nuestra cabeza cuando pensamos en esta edificación, con sus torres, almenas y patio de armas perfectamente conservado. Domina la ciudad por lo que es visible desde casi todos los puntos, pero al estar completamente destinado a Parador Nacional poco más se puede visitar si no estáis alojadas allí, por lo que si tenéis la oportunidad y vuestro bolsillo se lo puede permitir, nos parece una excelente y envidiable opción. Nosotras, que no andamos tan boyantes, nos tuvimos que conformar con verlo desde el balcón de nuestro pequeño hotelito, La Casa del Castillo, que aunque esté entre murallas, os recomendamos totalmente. Se trata de una casa antigua completamente reformada, con habitaciones amplias y cuidadas y dueños encantadores. Nuestra estancia de dos noches para dos personas nos salió por un precio total 170 euros, desayuno incluido.
El segundo monumento más reseñable de la ciudad es la Catedral-fortaleza, un edificio imponente construido a lo largo de los siglos, que ha ido sumando estilos desde el románico al neoclásico. Se puede visitar de lunes a domingo en horario de 10.30 a 14 y de 16.00 a 19.30 h. La entrada incluye la visita al Museo Diocesano, un pequeño espacio que acoge obras de arte sacro de todas las épocas. En una de las capillas de la Catedral se aloja la estatua del Doncel, una de las más famosas esculturas del gótico tardío por su peculiar posición, recostado leyendo un libro, con expresión serena y meditabunda, nada habitual en la escultura funeraria de la época. El Doncel es uno de los personajes relevantes de Sigüenza. Su nombre fue Martín Vázquez de Arce y se le conoce por su muerte en la guerra de la reconquista en Granada en 1486. La casa del Doncel o el palacio de los Marqueses de Bedmar también es visitable, una edificio del gótico civil que conserva vestigios de su primer levantamiento en el siglo XIII con una arquitectura mudéjar muy interesante.
El paseo por la calles de Sigüenza hará que os encontréis con las partes renacentistas y barrocas de sus calles y plazas, como en la Plaza Mayor en la que podemos observar unas bonitas arquerías o las bonitas iglesias, casas y palacios que van apareciendo por todo el pueblo. Además cuenta con un agradable parque, El parque de la Alameda, en la parte baja del pueblo, perfecto para dar un paseo al fresco. En la parte trasera del castillo se extiende un extenso pinar en el que se pueden realizar diferentes rutas de senderismo y cicloturismo, desde algunas cortitas y asequibles, como la de las fuentes históricas, hasta otras un poco más exigentes o que tienen temáticas históricas (el Camino del Cid) o tradicionales (Ruta de la Lana). Os dejamos un enlace con más información.
Y si como a nosotras os gusta el turismo gastronómico, también ahí Sigüenza cuenta con una amplia oferta que va desde lo contemporáneo a lo más tradicional. Sorprende que la zona cuente con dos restaurantes con estrella Michelín, uno dentro del pueblo que toma el nombre de su personaje más famoso, El Doncel, y otro a diez minutos en coche, Molino de Alcuneza, que recupera un antiguo molino tradicional para proponer una cocina creativa enraizada en la tradición local. Nosotras pudimos visitar este último y nos encantó. Además de esta cocina más especial, Sigüenza es el sitio perfecto para disfrutar de platos de la cocina tradicional manchega: migas con huevo frito y uvas, torreznos, sopa castellana, asados de cordero y cabrito, productos de caza y de matanza o trucha escabechada. Como postres las yemas del Doncel, los bizcochos borrachos y todo lo elaborado con la famosa miel de la Alcarria. La miel es un producto especialmente relevante en esta zona y Sigüenza, cuenta con un centro apícola visitable al que se puede hacer una visita guiada con degustación. Por nuestra parte probamos un par de restaurantes locales que nos recomendaron: El Atrio, con una terraza que da a la Catedral y donde disfrutamos de unos ricos torreznos y migas con huevo, y Los Soportales, situado en La Plaza Mayor y donde pudimos disfrutar unas ricas tajadas de bacalao fritas, chorizo y champiñones al ajillo.
Nuestra estancia fue el fin de semana del 15 de agosto así que además coincidimos con las fiestas de San Roque. Durante el día desfilaron gigantes y cabezudos, y el sonido de las bandas de música y la algarabía de las peñas llenaron las calles. Por la noche conciertos en la Plaza Mayor y verbena en La Alameda, así que como veis, fue un fin de semana bien completo.
Bonus extra: Brihuega. Entre Madrid y Sigüenza se encuentra Brihuega, localidad famosa (y cada vez más gracias a la hordas de influencers que la visitan) por sus campos de lavanda. Pero además de este momento de julio en el que la lavanda inunda de morado los campos aledaños, la ciudad tiene otros muchos encantos que visitar por lo que nos parece un excelente plan hacer una parada y recorrer alguno de sus puntos de interés: el Castillo de piedra Bermeja que se alza al sur de la población sobre un primitivo fortín árabe al que se añadieron estancias de estilo románico en el siglo XII y de gótico de transición en el siglo XIII; sus iglesias y conventos cistercienses; o un fantástico mirador al que se acceder a través de la iglesias de Santa María de la Peña.