Para los que ya hemos llegado a los cuarenta, definir nuestra infancia y juventud no es sencillo. Si bien vivimos el gran esplendor del merchandising y las ofertas de entretenimiento se iban multiplicando a la par que nuestra edad aumentaba, siempre fuimos herederos de los iconos y personajes de nuestros padres y conejillos de indias para la explosión de lo que vendría después. Así pues, entre ese desconcierto, fuimos buscando nuestro sitio entre píxeles, cassettes y botellones, hablando y divagando con “estos”.
En 2002 se estrenó ‘La Fiesta’ (película de Carlos Villaverde y Manuel Sanabria) que “cerraba” aquella época de forma magistral, con todas las conversaciones y momentos vividos en los 90. En 2021, el historietista italiano Zerocalcare nos devuelve a aquella época en una (o dos) maravillosa serie para Netflix.
En ‘Cortar por la línea de puntos’ Zero es un treintañero (largo) que vive en la periferia de Roma y se dedica a la creación de cómics y a aguantar a la voz del Armadillo gigante que representa su conciencia. Tras reunirse con sus amigos de toda la vida, emprende un viaje en tren en el que repasará su adolescencia, el recuerdo de un antiguo amor y su situación actual en la vida. Esta es la premisa de esta serie de animación basada en ‘La profecía del armadillo’, novela gráfica de Zerocalcare publicada en 2011 y con la que se dió a conocer. A base de flashbacks y con cientos de referencias al estilo de vida adolescente de los 90, Zero (alter ego de Zerocalcare en la animación) nos irá desgranando paso por paso las problemáticas, inseguridades y estupideces de un adolescente de clase media de esta cambiante y convulsa época. Desde las inquietudes políticas y estéticas (a menudo unidas), pasando por las problemáticas de las incipientes relaciones con el otro o el mismo sexo en un tiempo en el que todo seguia sido tabú y llegando a aquellos lugares en los que la salud mental era algo que se cuidaba de la puerta de tu cuarto para adentro.
Sí, ‘Cortar por la línea de puntos’ es una serie bastante política (¿y qué no lo es?) y muy interesante para “enfrentarnos” a nosotros mismos. Sus dos tramas, la del presente y la introspectiva que se ve en los flashbacks nos hace pensar en todos aquellos momentos en los que “estuvimos ahí” y en todas aquellas personas que de alguna forma y manera pasaron por nuestra historia. ¿Dónde están? ¿Cómo siguen? ¿Qué será de ellas?, pero y sobre todo ¿Dónde estamos nosotros? ¿Cómo seguimos? ¿Qué es de nosotros?.
Este mismo año Netflix ha estrenado una “segunda temporada” llamada ‘Este mundo no me hará mala persona’. Aunque tal y como comenta su autor, esta no es realmente una continuación de nada. Sí, son los mismos personajes y el mismo barrio, pero al igual que de la noche a la mañana dejamos de salir a jugar a la calle, un nuevo día traía nuevas historias que cambiaban el transcurso de nuestra existencia. En este Zero tendrá que lidiar con el regreso de un amigo de la infancia que vuelve al barrio tras años de ausencia. La separación de sus caminos ha convertido a cada uno en desconocidos, más unidos por el recuerdo del pasado que por los puntos de unión del presente.
Las dos series cuentan con seis episodios cada una y su visionado nos va llevando lentamente por un maravilloso camino de recuerdos y experiencias, unidas por una historia principal de (por desgracia) total actualidad. Los sentimientos y sensaciones que producen los finales de “temporada” son maravillosos y solo esperamos que sea más pronto que tarde, cuando podamos compartir un nuevo día… con “estos”.