La estrella de Ribera del Duero: Bodegas Portia

La producción de vino aúna tradición e innovación tecnológica, procesos artesanales y visiones de autor, genera una rica cultura en torno a su consumo y distribución, es fuente de riqueza económica para la zona y, por supuesto, de placer y de disfrute. Visitar una bodega siempre nos ha parecido una maravillosa combinación de arquitectura, tecnología, cultura y economía. En el caso que os vamos a contar hoy nos parece especialmente bonita esta combinación de factores, y es que Bodegas Portia, perteneciente a la denominación Ribera del Duero, reúne el equilibrio perfecto entre estética y tecnología. 

Os lo vamos a contar en forma de bonita historia. Había una vez una familia, liderada por Don Julio, apasionado de los vinos. Don Julio había abierto ya varias bodegas en La Rioja y viendo que el negocio iba bien, decidió expandir su proyecto. A finales de los 90 la zona de Ribera del Duero empezaba a ganar prestigio y a Don Julio le pareció que podía ser una buena idea comprar unos viñedos y empezar a producir vino bajo esa denominación de origen. Después de años de trabajo la primera añada vio la luz y, dispuesto a probar el producto, Don Julio presentó su crianza a varios concursos. Este vino ganó varios premios y menciones, pero sobre todo tuvo el honor de recibir el Galardón de Oro al mejor tempranillo del mundo. Os imaginaréis, queridas amigas de De Cines y Cenas, el orgullo que debió sentir alguien que vio a su criatura tan alabada y reconocida, así que Don Julio decidió que crearía una bodega para continuar produciendo este vino y otros de igual o mejor calidad. Para la mejor bodega necesitaba al mejor arquitecto, así que Don Julio llamó a Norman Foster (Sir Norman Foster si queremos ser rigurosas) para encargarle el proyecto. El caballero aceptó encantado el encargo, pero reconoció que no tenía ni idea de los requerimientos ni necesidades técnicas que requería la producción de vino, así que Don Julio le invitó durante dos vendimias a sus otras bodegas de manera que pudiera conocer de primera mano el proceso (como mola ser creativo con pasta, ¿eh?). Tras esta rigurosa y no dudamos que placentera investigación, Sir Norman, estaba listo para crear.

El proyecto que presentó se basaba en una estrella de tres puntas, cada una de ellas enterrada en la colina a una profundidad diferente y destinada a una fase del vino. En el brazo más exterior se encontraban los barriles de acero donde se recogía la uva que venía en los remolques y donde se realizaba la primera fermentación. En el brazo de profundidad intermedia las barricas de robles, donde los vinos reposan y se curan. Y en el más enterrado de los tres brazos, descansan las botellas, donde los vinos esperan a ser lanzados al exterior. El centro de la estrella estaba destinado a la zona más social, albergando la sala de catas, la recepción y el restaurante. Con esta disposición tan sencilla y recurriendo a materiales propios de la producción, acero, madera, hormigón y corcho, Foster logró un edificio que aúna la belleza con la funcionalidad, lleno de referencias y guiños simbólicos al universo del vino y lo que éste significaba para Don Julio y también de detalles eficaces que simplifican la vida de los trabajadores. 

Después de la construcción del edificio, la historia de Bodegas Portia prosigue, porque cuando Don Julio murió pasó a manos de sus hijas que decidieron cambiar el nombre de la empresa por el de “Bodegas Familia Martínez Zabala”. Pero como nosotras no nos queremos meter en si eso de no respetar el legado del padre está bien o mal, dejaremos el cuento aquí para pasar a contaros nuestra experiencia visitándola. 

Fuimos a Bodegas Portia en plena época de vendimia, momento ideal para realizarla porque es cuando la bodega se encuentra en el máximo pico de actividad. Por este motivo, en nuestra visita pudimos observar cómo los remolques procedentes del campo volcaban las uvas en las tolvas y éstas eran llevadas a los enormes depósitos de acero controlados constantemente para que mantenga la temperatura adecuada y no se disparen los niveles de dióxido de carbono que se producen durante el proceso. Vimos también como, para la gama de los vinos de autor, las uvas centenarias son manejadas en cajas más pequeñas, seleccionadas a mano y filtradas por su tamaño para solo escoger las más pequeñas y dulces. En una esquina de la nave, el enólogo con su equipo trabajaba para probar un vino que ni siquiera cata el acero y que directamente se fermenta en barricas de madera, decidiendo cuál será la receta de este año para lograr esos sabores magníficos. Y por supuesto, también visitamos las enormes salas que alojaban los cientos de barricas de roble en los que el vino hacía su trabajo, la sala de embotellamiento y los enormes botelleros donde descansaba el vino ya listo para ser degustado. 

La visita a las instalaciones nos sirvió para desvelar los secretos del arquitecto y los trucos de los trabajadores, aprender un poco sobre arte y mucho sobre vino, cómo se fabrica, y hasta quién lo compra. Pero, por supuesto, la parte más importante de esta visita es la última, en la que se realiza una cata que quiere poner en práctica la teoría aprendida y que hizo que cerráramos la hora y media dedicada a la creación de Sir Norman con una sonrisilla floja y un agradable mareíto en la cabeza. 

Bodegas Portia es una de las grandes de la denominación Ribera del Duero. Recibe su nombre de la séptima luna de Urano, ya que cuando se planificó su construcción iba a ser la séptima bodega del grupo (entre medias se cerró una y pasó a ser la sexta con lo que se les fastidió un poco la poesía, pero ya no se modificaron los planes). El proyecto tardó dos años en planificarse y cuatro en construirse. Posee 160 hectáreas de viñedo que anualmente producen un millón de botellas.  Pero a pesar de estas impresionantes cifras, a nosotras nos dio la impresión de que el vino que allí se produce sigue teniendo una enorme dosis de cariño y de cuidado. Una visita muy recomendable, tanto si se quiere aprender más sobre los procesos de producción, como si se quiere pasar una mañana agradable y bebernos un vinito en el corazón de la tierra de la que viene. En su web cuentan con diferentes tipos de tours y actividades, adaptadas a gustos y presupuestos, así que solo nos queda desearos que lo disfrutéis ¡Salud!

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