Indiana Jones y el inevitable paso del tiempo

La última entrega del arqueólogo más famoso de todos los tiempos acaba de estrenarse en los cines. Bueno… la última oficial, propiamente dicha y con todo aquello que recordábamos, añorábamos y teníamos relacionado con esta franquicia que empezó en 1981 con dos jóvenes directores en efervescencia creativa y un actor en auge que nos cautivaría con sus gestos y caras de circunstancia. Indiana Jones llega a su fin en una época en la que nadie le esperaba y generando una dispersión de crítica y público. ¿Pero es una película mala? ¿Se acabó la magia del personaje? ¿O es simplemente que esta película… no es para ti?

Pongámonos en situación. Era el verano de 1981 cuando en los cines de todo el mundo el conocidísimo logo de Paramount Pictures se diluía dando paso a una montaña en una remota selva. Un hombre aparece de espaldas frente a la cámara. De él solo distinguimos una chaqueta de cuero, un látigo y un sombrero (que más tarde y para hacernos los listos llamaríamos ‘fedora’). Le siguen dos hombres de los que nunca sabremos nada más y un jovencísimo Alfred Molina. Sobre todos ellos aparece un título: “Raiders of the Lost Ark”.

Quince minutos después, tras varias de las escenas de acción más copiadas e icónicas del cine moderno, y sin saber muy bien cómo, nos acabamos de enamorar de un señor que se llama Indiana Jones, que es aventurero, doctor universitario, inteligente, hábil y que odia las serpientes. 

El éxito es tal que se convierte en la película más taquillera del año, es nominada a 9 Oscars (incluidos mejor película y mejor director). Indiana Jones es un icono, su figura inconfundible y su banda sonora es repetida cada vez que alguien va a lanzarse a lo desconocido.

Tres años más tarde una nueva entrega aparece en cines con el nombre (ahora sí): “Indiana Jones y el Templo Maldito”. Una precuela que nos muestra que el personaje evolucionó de aventurero que busca fama y fortuna a toda costa, a profesor universitario que entiende las diferencias entre el bien, el mal, lo correcto e incorrecto. Y cinco años después aparece “Indiana Jones y la última cruzada” donde terminamos de conocer a nuestro héroe gracias a un flashback de su infancia, la relación con su padre, la pérdida de su madre, sus amigos más cercanos y de dónde viene su nombre. Se cierra así una trilogía perfecta, con Indy cabalgando feliz hacia el horizonte al son de la fanfarria más conocida de todos los tiempos.

Tres películas y ocho años de viaje junto a un personaje al que conocimos perfectamente, que entendimos y con el que nos identificamos. Su capacidad para levantarse con cada problema al que se enfrentaba nos inspiró a arriesgarnos, a lanzarnos a lo desconocido con lo puesto, aunque solo fuese para darnos cuenta que no hay nada tras las puertas de Petra o que las “bibliotecas” de Venecia no tienen X en los suelos. Eran tiempos sin Internet, en los que darse cuenta de que estábamos en los mismos lugares que otrora había pisado el Dr.Jones nos ponía la piel de gallina.

»Indy, mi amigo» –  Tapón

Diecisiete años después de su estreno (sí, vamos a hablar de ello) se estrena en cines “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”, una película que reunía de nuevo a los grandes artífices del éxito del personaje: Steven Spielberg, George Lucas, John Williams y Harrison Ford. Si bien, se agradeció la intención, la intentona de despedir al personaje en una última gran historia, no funcionó. Algunos lo achacaron al guión, otros a la repetición de la fórmula, a los efectos especiales… lo cierto es que si algo había caracterizado a las películas era el recurrir siempre a un “realismo” muy frugalmente adornado con una “magia de cerca”, un suceso que terminaba por no cambiar en demasía el devenir de la historia de la humanidad (más allá de acabar con unos cuantos nazis secundarios). La aparición de extraterrestres en la ecuación cambiaba absolutamente todo el paradigma de la historia y sin dañar a un solo alemán con bigotito “charlotiano”. Todo ello unido a la cantidad de críticas recibidas por la cantidad de errores históricos que contiene el guión, hicieron que el personaje se golpease de lleno contra el muro de la modernidad.

Harrison Ford estaba mayor para intentarlo de nuevo, George Lucas aún digiriendo las críticas por su uso indiscriminado de los efectos especiales en su saga galáctica y Spielberg alejándose de las películas de acción y sin saber explicar cómo una película llena de referencias y con escenas calcadas de la trilogía original no había vuelto a triunfar. Los tiempos habían cambiado y, al parecer, Indiana Jones se había quedado atrás. Ese héroe basado en el intelecto, en los efectos prácticos, sin miedo a salir corriendo y al que los planes le salen… de esa manera, deja de tener sentido justo el año en el que se estrena “Iron Man” y con él (oficialmente) el cine de superhéroes que ahora conocemos. 

Y ahora, justamente ahora, que este nuevo y espectacular cine, con el que ha crecido una generación, languidece, Indiana vuelve para despedirse, ahora sí, por siempre. Con mucha acción, con un Harrison Ford rejuvenecido con CGI, con nazis, más extraños artefactos medio históricos medio fantasiosos, más personajes conocidos… y una gran cantidad de accesorios que nos dan totalmente igual, porque la cita trata única y exclusivamente de: el adiós.

»Indiana, nosotros solo pasamos por la historia, esto, esto es historia» -Belloq

“Indiana Jones y el dial del destino” no es una película para esta nueva hornada de “cinéfilos” que sólo han visto los grandes éxitos de los últimos 20 años. Que conocen a personajes míticos por los remakes y que luchan en Twitter por reestrenar películas horribles en versiones de cuatro horas. Incluso diríamos que esta película ni siquiera es para nosotras que fuimos sentadas delante de una televisión para avisar de cuándo salían las dos líneas blancas del VHS en la tele. Esta película es para aquellos y aquellas que nos convencieron de no alquilar la misma cinta de siempre en el videoclub del barrio, aquellos y aquellas que nos compraron las palomitas y nos descubrieron la pantalla grande. Para todos ellos y ellas, Harrison Ford se ha vuelto a poner el sombrero y el látigo y junto a ellos y ellas se despide de ese personaje que les emocionó durante sus embarazos, durante sus días de “descanso” de hijos y con el que disfrutaron como los niños que un día fueron. 

Así que desde De Cines y Cenas os recomendamos llevar a vuestros padres y madres al cine, llenarlos de palomitas y disfrutar junto a ellos de la despedida del Doctor Henry Walton Jones Jr., más conocido como Indiana Jones, en esta película (tal vez imperfecta), llena de referencias y guiños a la trilogía original (y única) que tanto disfrutaron y que les pertenece. Y es que estas películas… deberían estar en un museo.

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