Fast&Furious: una saga loca y furiosa

De todas las sagas peliculeras de los últimos tiempos hay una que destaca entre las demás. Una fábula que ha evolucionado a través del tiempo, jugando con sus personajes y su línea temporal, variando sus tramas hasta un nivel que nadie hubiese podido imaginar y sobreponiéndose a las vicisitudes e intereses de esta sociedad cambiante en la que vivimos. Amigas y amigos de De Cines y Cenas, hoy nos disponemos a analizar el maravilloso batiburrillo de ‘A todo gas’/‘Rápidos y Furiosos’/’Fast and Furious’, una historia de familia, enredos, coches y locuras varias.

Pero empecemos por un poquito de historia. El arte de la modificación visual o de rendimiento del automóvil empieza con la invención misma de los vehículos. Desde la colocación de unos dados de gomaespuma en el retrovisor, el ajuste del motor o la elección del color de la carrocería, el tuning ha ido aumentando su importancia de la misma forma que el automóvil empezó a ser algo más que una herramienta de transporte. Películas como ‘Rebelde sin causa’ o ‘Bullit’ convertían a sus protagonistas en hombres rudos, capaces de arriesgar sus vidas al volante por conseguir sus metas.

Mientras tanto las grandes marcas comenzaban a poner sobre la mesa sus logros de velocidad y pugnaban en grandes competiciones donde el riesgo lo era todo. Las carreras callejeras se abrían paso entre la juventud, que trataban de emular la fiereza de sus ídolos y lentamente el tuning empezó a convertirse en algo más que una necesidad para conseguir metas, se convertía en una forma de expresión personal. Películas como ‘Grease’ mostraban, entre bailes sugerentes, su idea de lo que debería ser un “relámpago engrasado”. 

Y llegamos al nuevo siglo, en el que videojuegos como ‘Need for Speed’ o ‘Gran Turismo’ venden millones de copias de sus simuladores de conducción, donde uno de sus grandes atractivos es la mejora de los coches a un nivel nunca antes visto. El tuning se convierte en un fenómeno de masas y aparecen programas de televisión en los que convertir un Seat Ibiza en todo un bólido con pegatinas de llamas, asientos de competición, una PlayStation en el salpicadero y los nombres de piloto y copiloto en las ventanillas. En mitad de esta locura de gasto y ostentación, el guionista de ‘El hombre sin sombra’ le presenta a la Universal un guión que se resume en: Romeo y Julieta con coches. Si bien no había mucha esperanza en el éxito de la cinta por parte de la productora, el primer fin de semana se convirtió en la película más vista de EEUU, amortizando su producción de 38 millones de dólares con una caja de 40 millones.

The Fast and the Furious. El inicio del mito.

La primera película de la saga comienza ya con todo lo que podemos esperar de una película de acción con coches. Toretto (Vin Diesel) y su banda de ladrones de camiones (porque no nos olvidemos que en un principio se dedicaban a esto) realiza uno de los robos más intrincados y locos de la historia del cine. A toda velocidad, con ballestas, sin meter un tiro y brincando sobre coches. Al día siguiente, Paul Walker (que en la ficción se llama Brian O’Conner, pero a nadie le va a importar eso nunca) comienza a ligar con Mia (el interés amoroso de Paul Walker y solo variará su papel… cuando se convierta en la madre del hijo de Paul Walker) y conoce a Toretto con quien establece una amistad basada en el conocimiento de coches. Juntos vivirán rápidas y furiosas aventuras con vehículos de alta gama, llenos de neones, alerones y pegatinas de Sparco, hasta que descubrimos que Paul Walker es un infiltrado del FBI que sigue la pista de los ladrones de camiones. Pero el amor todo lo puede y tras luchar junto a Toretto en una subtrama de bandas callejeras, ayudará a este a escapar de la justicia en un final tan épico como mal actuado (siempre nos maravilló cómo Paul Walker sujeta las llaves del coche al ofrecérselas a su ahora amigo).

“Vivo la vida un cuarto de milla a la vez, nada más importa, por esos diez segundos o menos, soy libre.
— Dominic Toretto”

El éxito de esta primera entrega trajo consigo una terrible segunda parte protagonizada por Paul Walker y sin Vin Diesel,  donde los coches son cada vez más estridentes y las mujeres tienen aún menos peso en la trama, y una tercera donde ya no sale nadie conocido, una mujer se ofrece a ser el premio de una carrera de coches y donde el drifting (el arte de derrapar con el coche) se convierte en el eje sobre el que todo gira. Y parecía que todo acabaría ahí, el protagonista de esta tercera entrega se llevaba a la chica, aunque su amigo japonés Han (recordemos este nombre) muere y en el mundo real el tuning empezaba a decaer por las regulaciones gubernamentales que impedían convertir los vehículos en artefactos peligrosos para los propios conductores… Cuando todo parecía haber terminado y la audiencia se empezaba a preparar para lo que sería la “Era de los Superhéroes”, en 2009 aparece ‘Fast & Furious: Aún más rápido’. 

Si yo soy rápido… ¿Tú eres furioso?

Todas creímos que la aparición de Toretto al final de ‘Fast & Furious: Tokyo Drift’ no significaba nada. Más que un cameo era un guiño a la serie de películas que habían empezado con él y que cerraban con su presencia a modo de agradecimiento. Pero no podíamos estar más alejados de la realidad. La cuarta película de ‘Rápidos y furiosos’ suponía un nuevo inicio para la saga. Volvían los personajes principales de la primera entrega y se retoma la historia de los robos… pero algo había cambiado. Esta era una película más oscura, que lentamente se alejaba del tuning y que convertía a Toretto y sus amigos en una especie de vaqueros retirados a los que las circunstancias les hacen volver a las fechorías, pero por un bien mayor. ¿Y qué mejor excusa, para un nuevo y super mazado Vin Diesel, que la venganza por la muerte de tu novia? 

Esta película inicia la segunda parte de la saga de ‘Fast & Furious’, una en la que ya no existe la física y los protagonistas pueden saltar desde los capós de sus cochazos a las lunas de los cochazos de sus amigos, esquivando tanques, submarinos y todo tipo de objetos que podamos imaginar, siempre y cuando cumplan el requisito de ser rápidos y ser furiosos. El concepto de ‘familia’ comienza a ser usado con más frecuencia y responde a todo aquel que esté del lado de Toretto. Aparecen más personajes de los cuales nadie sabe el nombre (porque: qué más da) pero que podemos llamar: Wonder Woman, Don Omar, Elsa Pataky, La Roca, Jason Statham, los graciosos, el que sale en la 2 y Han (sí, el que os he dicho que recordéis, que salía en la 3 y moría. Ese) y se van uniendo de las formas más raras e ilógicas que podamos imaginar. Para empezar porque la línea temporal se rompe y lo que serían la 4, la 5 y la 6, van antes de la de Tokio, por lo que obliga a que el japonés que había muerto se pase tres películas diciendo que tiene que hacer una cosa en su país… pero que ya lo hará.

Siempre hay lugar para la familia.
— Dominic Toretto

La familia de Toretto viaja por el mundo desfaciendo entuertos, acabando con narcotraficantes y mafias por doquier y haciéndose amigos de todo aquel que en un principio quiere apresarlos, pero que termina viendo en ellos un buen corazón. Pero por el camino también van haciendo nuevos enemigos y como todo trata de “la familia” y a modo de pelea de colegio, todos estos suelen ser hermanos, primos o vecinos de los malos de las anteriores películas. Las explosiones, los vuelos y los momentos menos realistas de la saga comienzan a aparecer y aumentar en cada entrega y suelen ser explicados con un “tuve fe en que esto saldría bien”. Las mujeres intentan tener algo de peso en las tramas, pero suelen terminar siendo los personajes que, gracias a sus “virtudes” consiguen algo específico en un momento exacto de la peli… y luego desaparecen. Y todo sigue su camino hasta que se viene la desgracia: Paul Walker (el actor) fallece en un accidente de coche a mitad de la grabación de la séptima cinta.

Ahora sí, parecía que todo acababa en un emotivo final en el que Toretto y un Paul Walker (hecho por CGI) disputaban la carrera cara a cara que llevaban demandando desde la primera entrega y en un plano aéreo… el segundo toma una salida de la carretera y se aleja por siempre.

La saga Vin Diesel.

Dicen las malas lenguas que Vin Diesel no quería ser un actor cachas del montón, quería ser un actor de verdad. Su relación con el cine empezó como director y guionista en el cortometraje ‘Multi-facial’, que fue seleccionado para el Festival de Cannes y prosiguió con ‘Strays’, que acudió a Sundance. Gracias a estos trabajos el mismísimo Spielberg se fijó en él para actuar en su galardonada ‘Salvar al soldado Ryan’ (sí, revisad la película porque sale y mucho). Pero la cosa no pasó a mayores. Debido a su gran físico y su “poca expresividad” probó suerte con el género de la acción y tras el éxito de ‘Pitch Black’ y ‘A todo gas’, probó suerte con películas que poco a poco le iban alejando del éxito (de hecho, se comenta que su cameo al final de ‘Tokyo Drift’ fue más forzado que otra cosa). Así que al bueno de Vin no le quedó otra que volver a las andadas. Comenzó a muscularse, sacó su camiseta interior del armario y volvió a montarse en su Dodge Charger del 70′ para retomar ‘Fast and Furious’ desde donde lo había dejado. ¿El problema? Cada vez todo tenía menos sentido, los personajes crecían de debajo de las piedras y apareció él… La Roca. Un señor mucho más musculado que Vin Diesel, que tenía el cariño del público y que venía de hacer bastantes taquillazos. Así que el bueno de Vin dijo “Basta, ‘A todo gas’ soy yo”.

“Veo sus ojos; debe tener la clase de ojos que trascienden cualquier pretensión, que distinguen la bondad. 20% ángel, 80% por ciento diabla. Realista, que no le de miedo ensuciarse las manos.”
— Dominic Toretto

Al comienzo de la séptima película Toretto y La Roca protagonizan una escena en un hospital. Una conversación afable en la que se piden ayuda para acabar con Jason Statham. Se dan unos papeles y… no volverán a compartir plano. Así que en la octava película se necesitaba hacer algo para continuar con la loca trama sin unir a estos dos testosterónicos egos. ¿La solución? Hacer que Toretto se vuelva malo. Y ahora sí… ahora sí que sí… la saga se vuelve loca. Si anteriormente se había atravesado un avión en llamas con un coche, se arrastró una caja fuerte de banco por el centro de Río de Janeiro y se saltó desde un rascacielos de Dubai a otro rascacielos, pasando por otros dos que estaban en medio, por si eso no fuese poco… ahora vamos a ver ‘F&F’ al cuadrado: “Fucking Fast & Fucking Furious”. Desde empujar con las manos un torpedo disparado por un submarino mientras se conduce sobre un lago congelado, a balancearse con el coche entre dos colinas a (y hay que ponerse de pie) viajar al espacio en un coche al que previamente se le ha colocado un cohete. Todo, absolutamente todo vale. 

Obviamente la trama de Toretto malo solo sirvió de excusa para demostrarnos que es una persona que quiere mucho a su familia y haría cualquier cosa por ellos (y para despedir a Elsa Pataky, que es la única que muere de verdad en esta saga). Vin Diesel se hizo fuerte y sacó a La Roca de la trama principal (que no de la saga, porque protagonizó un spin-off junto a Statham… que ahora también es bueno) y trajo de vuelta a todos aquellos personajes que murieron (incluido Han, el japonés que murió… pero que no murió porque todo fue un engaño) y cuando decimos todos, es todos, porque al final de la novena entrega llega en coche… Paul Walker. A su vez cambia toda la trama (otrora de ladrones de camiones) a una especie de películas de agentes especiales, en la que terminan trabajando para desactivar fantasiosas armas de destrucción masiva y realiza un maravilloso salto en el todo serio que se había llevado hasta ahora, para darle a los personajes la capacidad de reírse de sí mismos y empezar a comprender que absolutamente todo lo vivido… no tiene sentido. Maravilloso.

La mejor saga nuestra era.

Obviamente, ‘Fast & Furious’ es un producto de entretenimiento testosterónico. Las tramas dan igual, los personajes van, vienen y giran alrededor de Vin Diesel y su alter ego Toretto. Consumir estas películas es ir a disfrutar de explosiones, hombres sudorosos y llantas quemadas. No hay más y no se necesita más. Pero nos guste más o menos, esta franquicia se ha mantenido entre nosotros más de veinte años y ha generado más de 1400 millones de dólares, sin contar las series, videojuegos y bandas sonoras. Toretto y su camisetita interior es ya un icono de nuestra sociedad y ha ayudado a que muchos hombres se pongan cachas y presuman de calvicie. Por todo ello y por ser una de las sagas más largas de la historia del cine (con los mismos actores, misma línea argumental y mismos personajes) hemos querido rendir un merecido homenaje a esta epopeya automovilística que acaba de estrenar su décima película y que, en otro fantástico giro de guión, es la primera parte de su (ahora sí) episodio final ‘Fast X 2’ que saldrá solo en cines en 2025.

Gracias por todo Toretto. 

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