Que el mundo del arte es un territorio que se presta a excentricidades, locuras y excesos es algo que no se le escapa a nadie. Si decimos arte contemporáneo, a la mayoría de los mortales, les vendrán imágenes a la cabeza protagonizadas por artistas que sólo parecen querer provocar enlatando sus propios excrementos o pegando plátanos en la pared, ricos que se gastan cantidades ingentes de dinero y, en general, un montón de gente vestida de forma excéntrica y haciendo el paripé de inauguración en inauguración mientras se dan puñaladas unas a otras.
Y no decimos que no haya cierta parte de razón en todos estos estereotipos, aunque la verdad es que nos parece una pena que muchas veces no se haga una mirada más pausada a lo que es una expresión humana que existe desde hace largo tiempo y que al fin y al cabo ha podido servir para reflexionar sobre determinados temas desde puntos de vista no habituales, plantear conflictos y problemas a la sociedad, construir un mundo simbólico y mítico o proponer situaciones estéticas y sensoriales que pueden ser más o menos interesantes. Además, el mundo profesional del arte suele ser mucho más prosaico y mundano que las imágenes extravagantes y exageradas que se nos suelen mostrar en los mass media. En este entorno, como casi todos los demás, la gente trata de ganarse la vida, existe el enchufismo y el nepotismo, cada uno mira por sus intereses y todos intentan sobrevivir en un contexto precario, mal pagado, lleno de burocracia y en el que las apariencias lo son (casi) todo.
Y para retratar de una maner más ajustada este mundo y reírse un poco de él (que otra cosa nos queda) ha venido la serie española Bellas Artes.
No queremos hacer spoiler, pero el comienzo del primer capítulo es brillante. Tres candidatas a directora del museo contemporáneo de turno encarnan en un perfecto Pantomima Full los perfiles habituales: joven racializada con el decolonialismo por bandera, mujer blanca joven, radical y feminista, y el señoro que queda como un vestigio de otro tiempo y que revindica su posición como la más políticamente incorrecta en nuestros días. Un proceso de selección diseñado por las más innovadoras consultorías de RRHH o, como las llaman ahora, las gestoras de talentos, que hacen pasar a los personajes por las situaciones más absurdas para demostrar su idoneidad para la plaza. Y un resultado no tan probable que nos arroja a las manos del que será nuestro protagonista durante los siguientes capítulos.
«Una ficción que retrata perfectamente los intríngulis, vicios y recovecos del mundo del arte contemporáneo en clave de comedia.»
En las 6 entregas que dura la serie seremos testigos de las peripecias cotidianas y las situaciones disparatadas que se viven en un museo contemporáneo de renombre internacional. Nos sumergiremos en el sindicalismo de los trabajadores; los egos empecinamientos de los artistas, el papeleo infinito que consigue que poco se pueda hacer más allá de firmar facturas, albaranes y presupuestos; las luchas del poder con políticos que siempre acaban teniendo la última palabra; la vandalización por grupos activistas de obras consideradas machistas. En clave de humor y de manera ágil, haremos un recorrido para desmitificar este mundo y darnos cuenta de que no es tan diferente de cualquier otro.
‘Bellas Artes’, es serie original Movistar Plus+, de Gastón Duprat y Mariano Cohn. Una ficción que retrata perfectamente los intríngulis, vicios y recovecos del mundo del arte contemporáneo y que logra acercarlos a cualquiera ajeno a esta realidad para que puedan sentirse identificados con sus protagonistas. Para vérsela casi de una tacada y alegrarnos la tarde o el fin de semana.