Si pensamos en una hamburguesa nos viene a la cabeza una imagen pura y cristalina en la que se distinguen claramente y en orden ascendente: un pan, una carne, queso, tomate, lechuga y cierra otro pan con sésamo, pero de un tiempo a esta parte esa imagen está cambiando. Por cada nuevo local de hamburguesas que se abre, la cantidad de posibilidades proteícas aumenta exponencialmente. Hemos visto carnes envolviendo bacon, bacon envolviendo aros de cebolla, cebolla envolviendo costillas y todo a su vez siendo envuelto hasta por palitos de mozzarela. ¿Nos estamos volviendo locos?
La respuesta es sencilla: por supuesto.